Los tentáculos de la sequía son casi infinitos. Más allá del obvio impacto sobre la fauna, la flora y los cultivos, la ausencia prolongada de precipitaciones y el bajo nivel de los embalses también tienen una clarísima derivada energética: la generación hidroeléctrica se ha hundido hasta mínimos de tres décadas en España y amenaza con agravar la crisis europea de precios energéticos.
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