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Recetas cocina

Hemos comido pies, cohetes, lápices y tiburones. Hemos esculpido cuanto nos rodeaba, incluida la misma galaxia que habitamos. Bolas como planetas atrapados por un cucharón esférico y aposentados en un pedestal cónico, con sus órbitas detenidas, esperando el meteoro del lametazo. Porque hay alimentos que, por definición, se devoran, y el manjar que simboliza las vacaciones supera en glotonería a la ensaladilla perfecta o a la tortilla de mamá. “¿Ya está?”, te pregunta lo que te queda de niño cuando apuras el último bocado. Comerte un helado significa parar el tiempo, congelar el cerebro y sostener el verano en la mano sin que te importe nada más.

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Receta: Perfecto de Chocolate

Para elaborar un helado de chocolate riquísimo sin gastarse los cuartos en una heladera, Martine Jolly propone una receta en El libro del amante del chocolate que nunca falla. No en vano, la bautiza como “Perfecto de chocolate”. 

Ingredientes

  • 125 gramos de chocolate negro.
  • 3 cucharadas soperas de agua.
  • 3 cucharadas soperas rasas de azúcar en polvo.
  • 3 yemas de huevo.
  • 20 cl. de nata líquida.
  • 1 sobre de azúcar aromatizado con vainilla.

Preparación 

  1. Poner la nata en una ensaladera, y llevar a la nevera hasta que esté muy fría. Partir el chocolate en trozos, añadir el agua y derretir en un bol sobre un cazo al baño maría.
  2. Añadir el azúcar y remover. Retirar del fuego el cazo. Añadir las yemas y batir. Poner el bol en la nevera.
  3. Añadir el azúcar a la nata. Batir con garbo hasta que duplique su volumen. Verter la crema de chocolate en la nata batida y mezclar con calma.
  4. Pasa todo a un recipiente y al congelador. En unos 20 minutos está perfecto para servir, desmoldándolo o sumergiéndolo un instante en agua caliente.
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Ibai Soto echa tanto humo como la brasa sobre la que está asando sardinas. Maneja su metro cuadrado de infierno con agilidad. Giran peces por docenas en una parrilla que los enjaula. Primero una cara -se escucha el chisporroteo de las gotas de grasa que supura sobre el carbón-, después la otra. Cuenta que sabe que están listas cuando la sal gorda de la superficie adquiere cierto tono dorado, uno en concreto.

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TRES PLANES PARA ANTES O DESPUÉS

PASEO EN BARCO. Aparcar en el distrito de San Pedro y cruzar la ría de Pasajes en ese barquito color ikurriña que no deja de ir y venir de una orilla a otra es un planazo. Pudiera parecer un gato que corre tras su cola, si a los gatos les gustara el agua. 0,90 céntimos por un paseo que dura tres minutos y no sabes si te lleva o te devuelve al origen.

RUTA. Ya te hemos dicho que las raciones son considerables, así que no te pases pidiendo en Alabortza, a no ser que hayas hecho el camino largo para llegar a la cantina: tres horas de ruta desde San Sebastián hasta Pasajes de San Pedro a través del monte Ulia y sus laderas con vistas al mar. Después solo te quedará cruzar el río Oiartzun en el barquito que no es gato.

BALLENERO. Antes de llegar a Alabortza deberías hacer una parada en Albaola, un antiguo astillero de Pasajes de San Pedro rehabilitado que ahora es museo y en el que están reconstruyendo la nao San Juan, un ballenero vasco que se hundió en la costa canadiense en el siglo XVI y que es Patrimonio Cultural Subacuático de la Unesco. Las sardinas, la caña y el baño en la playa de Kalaburtza te sentarán mucho mejor.

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